U de juliol, un de xullo, uztailaen bat-an, uno de julio
Seguimos con las charlas, a pesar de que el calor sofocante de inicios de julio hace más dura la reflexión filosófica.
Es costumbre, aunque completamente inevitable, asociar el término de nación-cultura con las catástrofes mundiales históricamente cercanas. A mi entender, más que por el nacionalismo, deberíamos situar en la base del problema de aquel conflicto mundial, la aparición del fenómeno de las masas. La inconciencia del hombre masa posibilitó el seguimiento ciego del líder de masas. Que el pretexto fuese el nacionalismo y el retorno a un pasado glorioso, yo lo entiendo como simple excusa más que como razón de ser.
Por otro lado, tampoco puedo evitar olvidar el vínculo absoluto que existió entre el nacimiento de partidos nacionalistas –como partidos de laboratorio- y la necesidad de las clases altas de evitar que todo el voto de las clases populares fuese a los partidos que defendían sus intereses de clase. Exactamente el mismo caso que sucedió con los partidos demócrata-cristianos. Por lo tanto, considero que, en la actualidad, para hablar de términos de nación, deberíamos separarnos de esas raíces históricas porque, en caso contrario, las naciones se reducirían a creaciones políticas y al devastador nacionalismo excluyente y hitleriano.
En mi opinión, este nacionalismo debería de ejercer de punto de partida de la convivencia entre pueblos y una mayor facilidad de gobierno de los diferentes territorios mundiales ante una futura política supraestatal. Recuerdo que muchos de los conflictos del continente africano se producen por un establecimiento de fronteras aleatorio y partiendo de la base de la colonización europea. Este hecho ha producido que muchos países se hayan visto arrojados a sangrientas y eternas guerras civiles que han sumido, más todavía, al continente en la pobreza, el subdesarrollo y la tragedia.
Respecto a lo que usted tacha de “tópicos de siempre” debo discutirle algunos puntos en los que no estoy en acuerdo con usted. La globalización debido a que es un fenómeno aparentemente reciente y donde no se llega a un acuerdo, resulta difícil realizar una afirmación contundente. Actualmente, existen tres corrientes (hiperglobalistas, transformacionalistas y escépticos) y cada una aporta de forma bastante convincente sus argumentos. Después de haber leído a representantes de cada rama (Fukuyama, Giddens y Bordieu respectivamente), debo decir que me convenció más el sociólogo francés. En su opinión, la globalización no existe como fenómeno peculiar sino que se trata del último paso del neoliberalismo y que se usa como excusa para justificar el fin del estado del bienestar y de las políticas sociales. (Aprovecho para recomendar su obra “Contrafuegos” donde expone claramente y justifica con hechos sus argumentos). Por lo que respecta a la cultura, los escépticos –entre los cuales me incluyo- afirman que se está produciendo una erosión de las culturas autóctonas. Obvia decir de mano de quien proviene esta acción.
Por lo que respecta a los estadounidenses, me refiero al presente actual de aquel joven país que antaño defendió esos ideales de libertad. Hoy en día, leo en la prensa de todos los días, eso ya no existe, ¿no? Los presos de Guantánamo dicen no saber nada de esos “derechos del hombre”. En las cárceles de Abu Grahib se olvidaron muchos derechos elementales. Los vuelos secretos de la CIA se pasan por el forro unos cuantos tratados internacionales. La pena de muerte sigue vinculando a EE.UU. con algunos de sus más temidos enemigos. Y bueno, todo esto sin hacer memoria histórica. Se habla también de un liberalismo democrático que disfrutamos. Sí, bien, yo vivo la mar de bien y no tengo queja de ello. Eso tiene un precio, claro está y significa estar supeditado a los intereses de “la potencia”. La democracia es el gran logro de libertad y la base de ese capitalismo económico (junto con la libertad de mercado sino recuerdo mal). Leyendo “Encrucijadas” del profesor Antonio Méndez o “Crítica de la seducción mediática” de Sánchez Noriega, la ilusión de la democracia parece desvanecerse y aparece, a la vez, una dictadura de los medios, un sucesivo bombardeo de propaganda, etc. Y… ¿quién está detrás de todo esto? Las grandes corporaciones mediáticas (estadounidenses, por supuesto). Con esto ya vemos que el ideal de democracia pierde peso y va camino de convertirse en una dictadura del mercado. Otro ejemplo para verse es en las campañas electorales. Un partido para llegar al poder necesita ganar, para ganar necesita publicidad, para obtener publicidad necesita dinero y para obtener dinero acude al mercado. Por lo tanto para llegar al poder se necesita del mercado y, en cierta forma, terminará gobernando él mismo.
Volvamos, pero, al tema de la nación.
Digamos que las conquistas, ya que lo menciona, de Jaume I, se basaron casi siempre en la negociación (véase el documental “Salve, rei” elaborado por la Banda Unión Musical de Santa Pola y con textos de Antoni Mas, donde se narra la pacífica “reconquista” de nuestro territorio local). Nada que ver con la tarea de civilización de bárbaros llevada a cabo por Hernán Cortés & company (¡anda! ¡Un claro espasmo de americanización!). El trato a inmigrantes sería otro tema pero lo que parece claro es que no hay, actualmente, en este territorio, una cultura árabe que defienda esa hipotética nación árabe. Lo mismo que pasa con Andalucía donde nadie defiende una Andalucía-nación. Y donde esa descripción solo obedece al café para todos tan típico de este estado. Efectivamente hay diferentes países con la misma lengua. Más que apoyar una hipotética “estado-ciudadización” del mundo yo apostaría por la idea de Bolívar y recoger a esos diferentes países en un conglomerado de territorios que, aunque hoy en día comparten una lengua –impuesta- pero común, puedan mantener esos orígenes históricos.
Mi segunda pregunta “¿Apoyaríais a la selección de un país que utiliza sus victorias para arremeter contra una parte de la población de ese mismo país?” se refería a la gran cantidad de insultos y de agresiones verbales que se lanzan contra, por ejemplo, catalanes y vascos, cuando gana la selección española. Me remito, a modo de ejemplificación, a Carrusel deportivo (cadena ser = 27-VI-2006) “que se muera quien no sienta como propio este himno y esta bandera (los españoles)” y cosas por el estilo.
Esto, finalmente, me lleva a otra posibilidad. No hace falta basarse tanto en derechos históricos sino más en voluntad de las personas en el presente. Si lo habitual en toda España es lanzar continuos ataques contra catalanes y vascos (los gallegos, próximamente con su estatuto), entiendo perfectamente su voluntad de segregarse de ese ente que les ataca constante e implacablemente. Es como en las parejas: dos no tienen porqué vivir juntos si uno no quiere.
Que nadie piense que todo esto lo pienso por “dogma de fe” ni por apego a ninguna fuerza política. Mis afirmaciones son el resultado de largo tiempo de análisis de la realidad y de llegar a ella a través de diferentes medios. Esto es el resultado de haber oído la COPE, la Ser, Catalunya radio, Onda Cero… haber leído El País, Abc, Avui y las ediciones digitales de La voz de Galicia y Gara… y haber dialogado con el abanico más amplio de personas con diferentes ideologías: desde el más convencido nacionalista, al fascista más incoherente, pasando por el liberal con mayor carga de argumentos, el apolítico típico, el socialista reflexivo y el intransigente extremista de derechas.
PD: tenía pensado hacer una entrada corta. Las ganas de dar mi opinión y el caluroso julio hicieron el resto. Per a tots aquells que avui comencen vacances, que les passen molt bé. Boa viaxe para todos e moito coidado co sol. Temos que disfrutarlo con coñecemento. As praias son de todos. Recorden todolos que veñan do interior, que non as chenen de porquería. As praias están todo o ano ahí, e logo non hai ninguén que quérase facer cargo delas. Tamén coidado ca carretera. O de menos son os puntos, o importante e que vaiamos seguros. Bon estiu per a tots.
Es costumbre, aunque completamente inevitable, asociar el término de nación-cultura con las catástrofes mundiales históricamente cercanas. A mi entender, más que por el nacionalismo, deberíamos situar en la base del problema de aquel conflicto mundial, la aparición del fenómeno de las masas. La inconciencia del hombre masa posibilitó el seguimiento ciego del líder de masas. Que el pretexto fuese el nacionalismo y el retorno a un pasado glorioso, yo lo entiendo como simple excusa más que como razón de ser.
Por otro lado, tampoco puedo evitar olvidar el vínculo absoluto que existió entre el nacimiento de partidos nacionalistas –como partidos de laboratorio- y la necesidad de las clases altas de evitar que todo el voto de las clases populares fuese a los partidos que defendían sus intereses de clase. Exactamente el mismo caso que sucedió con los partidos demócrata-cristianos. Por lo tanto, considero que, en la actualidad, para hablar de términos de nación, deberíamos separarnos de esas raíces históricas porque, en caso contrario, las naciones se reducirían a creaciones políticas y al devastador nacionalismo excluyente y hitleriano.
En mi opinión, este nacionalismo debería de ejercer de punto de partida de la convivencia entre pueblos y una mayor facilidad de gobierno de los diferentes territorios mundiales ante una futura política supraestatal. Recuerdo que muchos de los conflictos del continente africano se producen por un establecimiento de fronteras aleatorio y partiendo de la base de la colonización europea. Este hecho ha producido que muchos países se hayan visto arrojados a sangrientas y eternas guerras civiles que han sumido, más todavía, al continente en la pobreza, el subdesarrollo y la tragedia.
Respecto a lo que usted tacha de “tópicos de siempre” debo discutirle algunos puntos en los que no estoy en acuerdo con usted. La globalización debido a que es un fenómeno aparentemente reciente y donde no se llega a un acuerdo, resulta difícil realizar una afirmación contundente. Actualmente, existen tres corrientes (hiperglobalistas, transformacionalistas y escépticos) y cada una aporta de forma bastante convincente sus argumentos. Después de haber leído a representantes de cada rama (Fukuyama, Giddens y Bordieu respectivamente), debo decir que me convenció más el sociólogo francés. En su opinión, la globalización no existe como fenómeno peculiar sino que se trata del último paso del neoliberalismo y que se usa como excusa para justificar el fin del estado del bienestar y de las políticas sociales. (Aprovecho para recomendar su obra “Contrafuegos” donde expone claramente y justifica con hechos sus argumentos). Por lo que respecta a la cultura, los escépticos –entre los cuales me incluyo- afirman que se está produciendo una erosión de las culturas autóctonas. Obvia decir de mano de quien proviene esta acción.
Por lo que respecta a los estadounidenses, me refiero al presente actual de aquel joven país que antaño defendió esos ideales de libertad. Hoy en día, leo en la prensa de todos los días, eso ya no existe, ¿no? Los presos de Guantánamo dicen no saber nada de esos “derechos del hombre”. En las cárceles de Abu Grahib se olvidaron muchos derechos elementales. Los vuelos secretos de la CIA se pasan por el forro unos cuantos tratados internacionales. La pena de muerte sigue vinculando a EE.UU. con algunos de sus más temidos enemigos. Y bueno, todo esto sin hacer memoria histórica. Se habla también de un liberalismo democrático que disfrutamos. Sí, bien, yo vivo la mar de bien y no tengo queja de ello. Eso tiene un precio, claro está y significa estar supeditado a los intereses de “la potencia”. La democracia es el gran logro de libertad y la base de ese capitalismo económico (junto con la libertad de mercado sino recuerdo mal). Leyendo “Encrucijadas” del profesor Antonio Méndez o “Crítica de la seducción mediática” de Sánchez Noriega, la ilusión de la democracia parece desvanecerse y aparece, a la vez, una dictadura de los medios, un sucesivo bombardeo de propaganda, etc. Y… ¿quién está detrás de todo esto? Las grandes corporaciones mediáticas (estadounidenses, por supuesto). Con esto ya vemos que el ideal de democracia pierde peso y va camino de convertirse en una dictadura del mercado. Otro ejemplo para verse es en las campañas electorales. Un partido para llegar al poder necesita ganar, para ganar necesita publicidad, para obtener publicidad necesita dinero y para obtener dinero acude al mercado. Por lo tanto para llegar al poder se necesita del mercado y, en cierta forma, terminará gobernando él mismo.
Volvamos, pero, al tema de la nación.
Digamos que las conquistas, ya que lo menciona, de Jaume I, se basaron casi siempre en la negociación (véase el documental “Salve, rei” elaborado por la Banda Unión Musical de Santa Pola y con textos de Antoni Mas, donde se narra la pacífica “reconquista” de nuestro territorio local). Nada que ver con la tarea de civilización de bárbaros llevada a cabo por Hernán Cortés & company (¡anda! ¡Un claro espasmo de americanización!). El trato a inmigrantes sería otro tema pero lo que parece claro es que no hay, actualmente, en este territorio, una cultura árabe que defienda esa hipotética nación árabe. Lo mismo que pasa con Andalucía donde nadie defiende una Andalucía-nación. Y donde esa descripción solo obedece al café para todos tan típico de este estado. Efectivamente hay diferentes países con la misma lengua. Más que apoyar una hipotética “estado-ciudadización” del mundo yo apostaría por la idea de Bolívar y recoger a esos diferentes países en un conglomerado de territorios que, aunque hoy en día comparten una lengua –impuesta- pero común, puedan mantener esos orígenes históricos.
Mi segunda pregunta “¿Apoyaríais a la selección de un país que utiliza sus victorias para arremeter contra una parte de la población de ese mismo país?” se refería a la gran cantidad de insultos y de agresiones verbales que se lanzan contra, por ejemplo, catalanes y vascos, cuando gana la selección española. Me remito, a modo de ejemplificación, a Carrusel deportivo (cadena ser = 27-VI-2006) “que se muera quien no sienta como propio este himno y esta bandera (los españoles)” y cosas por el estilo.
Esto, finalmente, me lleva a otra posibilidad. No hace falta basarse tanto en derechos históricos sino más en voluntad de las personas en el presente. Si lo habitual en toda España es lanzar continuos ataques contra catalanes y vascos (los gallegos, próximamente con su estatuto), entiendo perfectamente su voluntad de segregarse de ese ente que les ataca constante e implacablemente. Es como en las parejas: dos no tienen porqué vivir juntos si uno no quiere.
Que nadie piense que todo esto lo pienso por “dogma de fe” ni por apego a ninguna fuerza política. Mis afirmaciones son el resultado de largo tiempo de análisis de la realidad y de llegar a ella a través de diferentes medios. Esto es el resultado de haber oído la COPE, la Ser, Catalunya radio, Onda Cero… haber leído El País, Abc, Avui y las ediciones digitales de La voz de Galicia y Gara… y haber dialogado con el abanico más amplio de personas con diferentes ideologías: desde el más convencido nacionalista, al fascista más incoherente, pasando por el liberal con mayor carga de argumentos, el apolítico típico, el socialista reflexivo y el intransigente extremista de derechas.
PD: tenía pensado hacer una entrada corta. Las ganas de dar mi opinión y el caluroso julio hicieron el resto. Per a tots aquells que avui comencen vacances, que les passen molt bé. Boa viaxe para todos e moito coidado co sol. Temos que disfrutarlo con coñecemento. As praias son de todos. Recorden todolos que veñan do interior, que non as chenen de porquería. As praias están todo o ano ahí, e logo non hai ninguén que quérase facer cargo delas. Tamén coidado ca carretera. O de menos son os puntos, o importante e que vaiamos seguros. Bon estiu per a tots.